lunes, 7 de septiembre de 2009

Inventor del celular prefiere teléfonos sencillos


Para Martin Cooper, padre del teléfono móvil y Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2009, el futuro no está en los teléfonos inteligentes, con cámara, música, GPS y otro sinfín de aplicaciones, sino en diferentes dispositivos inalámbricos especializados que todos llevaremos encima y que podremos cargar, por ejemplo, con la energía de nuestro propio cuerpo.

Martin Cooper cuenta que utiliza al menos cuatro teléfonos diferentes al mismo tiempo. Eso sí, aunque prueba casi todos los modelos “para estar al día de las novedades” al final se queda con un terminal diseñado por su esposa, Arlene Harris, “que no tiene cámara, ni MP3, ni conexión a Internet; es un teléfono sencillo, para escuchar y hablar”. El padre del teléfono móvil se encuentra estos días en España invitado por la Fundación Telefónica para contar su historia y revisar los grandes retos de su tecnología, como la duración de las baterías. “La energía está en nuestro propio cuerpo, tenemos que encontrar la manera de aprovecharla”, dice.

Desde que en abril de 1973 hiciera la primera llamada desde un terminal de un kilo de peso en una calle de Manhattan, en Nueva York, pocos inventos han alcanzado el éxito y la difusión del móvil, que hoy día utilizan más de 3.000 millones de personas, la mitad de la población mundial.

¿No es una gran responsabilidad?
Bueno, mi responsabilidad ya se acabó. Ahora está del lado de quienes fabrican los productos y, sobre todo, en manos del público. El objetivo de la tecnología es siempre mejorar la vida de la gente y creo que lo hemos logrado en muchos aspectos, aunque quedan otras muchas cosas que podemos hacer.

Usted insiste mucho en las aplicaciones sanitarias como la próxima revolución de la telefonía móvil, ¿a qué se refiere exactamente?
Ya sabemos cómo medir muchas funciones del cuerpo humanos. Por ejemplo, podemos medir el ritmo cardiaco, la temperatura de la piel, la cantidad de azúcar y agua en el cuerpo…hasta cuarenta medidas. Si pudiéramos coger todas estas mediciones y mandarlas a un ordenador de forma continua, no solamente podríamos curar las enfermedades, sino prevenirlas. Cuando una persona sufre un infarto normalmente su peso aumenta en las horas que preceden el ataque. Sabiéndolo podríamos anticiparnos quizás dos horas al suceso y explicarle cómo lo puede prevenir. La dificultad está en cómo conectar todas estas mediciones a un ordenador, pero hoy en día la tecnología ya nos permite hacerlo.

¿Qué otros retos cree que afronta ahora la tecnología?
El mayor es el coste. Las comunicaciones inalámbricas continúan siendo demasiado caras. Además, se necesita más gente dedicada a crear aplicaciones. En realidad, lo más importante de cualquier tecnología es lo que es capaz de hacer por la gente. Y el problema es que lo seguimos llamando teléfono móvil cuando de hecho a veces es una cámara conectada, otras un MP3… ¡Dejemos de llamarle teléfono!

Es cierto que cada vez se integran más funciones, ¿tendremos en el futuro un único dispositivo para todo?
Bueno, es cierto que se intenta crear un dispositivo universal, pero mi opinión es que éste en realidad no será capaz de hacer ninguna de sus funciones del todo bien; creo que en el futuro llevaremos encima diferentes dispositivos inalámbricos optimizados para cada uso y que será el consumidor quien decida.

De todas las aplicaciones que ha visto en estos 36 años de historia del móvil, ¿cuál es la que más le ha sorprendido?
¿Tienen Twitter en España? Yo no entiendo Twitter… La semana pasada estuve en una reunión y una persona que estaba frente a mi no paraba de escribir mientras yo hablaba, me ignoraba en cierta manera…pero lo que estaba haciendo era escribir los comentarios en Twitter para que sus amigos lo pudieran leer. Nunca lo había visto antes. Tengo perfil en Facebook, en LinkedIn… pero todavía no he descubierto cómo utilizar todo esto, quiero aprender.

El móvil también tiene su lado oscuro, ¿qué opina, por ejemplo, de los adictos al teléfono?
Cualquier nueva tecnología tiene elementos positivos y negativos. Se han hecho muchos estudios sobre este tema y se dice, por ejemplo, que la gente lee menos porque están con el ordenador, o que se invierte menos tiempo en la interacción con las personas. Todo esto es negativo. Pero el mero acceso a una mayor información me parece mucho más importante. La gente se está volviendo más inteligente, sabe más y, por lo tanto, puede tratar mejor los problemas.

A menudo se habla de la necesidad de crear programas educativos sobre las nuevas tecnologías, ¿a usted le parecen necesarios?
Antes hablábamos de aplicaciones. Si una aplicación es una buena no es necesario aprender. Al contario, al utilizar la aplicación se debe recibir educación. El problema es cuando para utilizar tecnología tenemos que ser expertos en informática. Deberíamos saber cómo utilizar un ordenador sin tener que aprender a usar el teclado. El gran reto es mejorar el diseño de los interfaces.

Junto a las dificultades técnicas para desarrollar un teléfono móvil en el año 73, hay una cuestión previa, ¿de dónde sacó la idea?
Yo digo mucho una frase: la necesidad es la madre de la inspiración. En este caso había una necesidad, yo trabajaba para Motorola, que entonces era una pequeña empresa y la competencia era AT&T, la mayor empresa del mundo. Se habían propuesto hacer un móvil, pero para el coche. Y nosotros pensamos que eso no valía. Durante 100 años hemos necesitado estar atados a un cable en casa, ¿por qué ahora el cable nos va a atar al coche? Necesitábamos un teléfono móvil que pudiéramos llevar con nosotros.

Fuente@audienciaelectronica

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